domingo, 23 de enero de 2011

ECONOMÍA PRECOLOMBINA.

Distinguimos tres civilizaciones precolombinas; Los mayas, los aztecas y los incas.

Los mayas, a la llegada de los españoles estaban pasando por una etapa de decadencia, nunca llegaron a formar un imperio, estuvieron muy descentralizados y poco unificados, estaban organizados en ciudades-estado.

La agricultura era la actividad principal en su economía, siendo la materia prima por excelencia el maíz. Además del maíz tenían una gran diversidad de productos agrícolas como el tomate, la calabaza, el cacao, el algodón y el frijol entre otros.
No disponían de grandes herramientas para el cultivo, practicaban la agricultura de manera rudimentaria, pero tenían técnicas para el trabajo de la tierra. Destacamos la Milpa como técnica principal. Consistía en la tala de los árboles de la selva, se les prendía fuego y más tarde se les dejaba secar con el sol hasta que la tierra quedaba en perfectas condiciones para ser cultivada.
El ámbito ganadero no tuvo gran desarrollo, no realizaban a penas ni caza ni pesca.

En cuanto al comercio hay que mencionar las rutas que tenían establecidas en todo el territorio de la civilización maya, además al igual que en España, se celebraban ferias en los días ceremoniales (una vez a la semana). Como productos principales podemos mencionar la importación del oro, la plata y el cobre, además de jade, y cerámica.
También exportaban cacao, sal, lava volcánica y fibras vegetales.

La civilización azteca estaba organizada en pueblos, donde la capital principal era Tenochtitlán.
Su economía estaba basada principalmente en la agricultura, al igual que los mayas también tenían técnicas de cultivo, las chinampas especializadas para el cultivo de maíz y los porotos. Al no haber suelos muy fértiles, se creó este sistema. Las chinampas eran como islotes artificiales situados en los lagos, bordeados de cañas de sauce clavadas en el fondo. A estos pequeños islotes se les preparaba de una superficie alternando capas de fango y cañas. Una vez preparada la zona, se procedía al cultivo y cuidado de los productos. No sólo basaron su agricultura en el cultivo del maíz si no que también producían otros bienes como el cacao, calabazas, aguacate, o algodón.
Estos alimentos que se desarrollaban gracias a la fertilidad de las chinampas eran recogidos mediante trajineras. Estas eran canoas que facilitaban el transporte de los productos agrícolas.

El comercio fue una gran herramienta que ayudó al desarrollo de la economía.
Estaba basado en el intercambio de bienes, el trueque, aunque en ocasiones se usaba como moneda el cacao o el oro en polvo. El trueque permitía que cualquiera podía permitirse el comerciar e intercambiar sus productos por otros.
Se data de la existencia de un gran mercado, se habla incluso del mercado más grande del mundo por aquel entonces, el mercado de Tlatelolco.
Aquí se vendían todo tipo de productos, alimentos, materiales para la construcción, todo tipo de productos exóticos como aves. Destaca la figura de los jueces, que se encargaban de decidir si los intercambios de productos eran justos o no.
También destacamos a los pochtecas, grupos de comerciantes viajeros. Reunían a hombres de constitución fuerte para llevar las mercancías a largas distancias portándolas en la espalda. Se puede decir que eran los que controlaban verdaderamente el comercio de la civilización azteca.

En la civilización inca, las tierras y productos eran de propiedad estatal, las tierras se repartían entre los distintos estamentos sociales, no existía la propiedad privada.
La agricultura era la base de la economía, donde destacan principalmente los cultivos de patata y maíz, además se descubrió el aporte de los excrementos de animales como abono.
Había cuatro zonas principales para la productividad de bienes;
La puna, zona de mayor altitud y más desértica y fría, en ella se criaban alpacas y llamas que servían como medio de transporte además de para la producción de lana. Además se cultivaba papa y ají donde el riego se producía de manera natural, provocada por los deshielos.
En la sierra se realizaba el trabajo a la tierra mediante cultivos de maíz, arroz, y coca, mediante un sistema de terrazas, donde el riego, de carácter artificial, se realizaba mediante canales de riego.
En el borde de la selva, zona húmeda y cálida, se practicaba el cultivo de productos tropicales como las frutas, o miel, aves y madera.
En la costa en cambio zona árida y seca se practicaba la pesca y la recogida de mariscos.

La ganadería se basaba en la producción de carne, a veces se practicaba la caza de algunos animales como jaguares o aves. La producción de leche también fue importante, así como la de la lana, mencionada anteriormente.
El comercio, al contrario que en las civilizaciones anteriores, no se desarrollo de la misma manera, había intercambio de algunos productos pero de manera local.

También hay que mencionar el trabajo de metales preciosos, así como el de tejidos y también la creación de utensilios de cerámica.

Hay que mencionar diversos sistemas de trabajo incas, como la mita. Este sistema de trabajo consistía en que desde los 18 hasta los 50, la población debería servir cuando fuera necesario como mano de obra para el servicio público, ya fuese en la construcción de infraestructuras, como en el transporte de bienes.

domingo, 16 de enero de 2011

Escultura americana colonial.

En la escultura americana colonial destacan especialmente las obras de imaginería dedicadas a los templos. No fue largo el tiempo transcurrido desde la conquista hasta la llegada de artesanos y retableros españoles que, además de crear piezas, comenzaban a formar a los indígenas y mestizos de aquellas tierras.



La capacidad económica del Virreinato de Nueva España hacía posible la importación de obras de grandes maestros sevillanos, como las de Martínez de Montañés y su taller en el siglo XVII.

También Lima, asiento de una corte lujosa y una jerarquía eclesiástica, importaba esculturas y cuadros de maestros flamencos, españoles e italianos.

El material empleado por antonomasia fue la madera. Sobre ella, el imaginero tallaba la imagen, después de lo cual la recubría de yeso. Una vez concluido ese paso, se la llevaba al pintor o, para ser más exactos, al “encarnador”, que aplicaba a la figura una cera de color denominada “encarnación” que otorgaba a la imagen la apariencia viviente pretendida. Las ropas eran pintadas sobre un fondo de oro o plata llamado “estofado”.

Además de estas obras existieron muchas imágenes de vestir. Se trataban de maniquíes vestidos con ropas verdaderas de seda o brocato y realzadas con oro o plata, a excepción de San Isidro Labrador, al que siempre se representaba vistiendo poncho indio y acompañado de una yunta de bueyes.


A comienzos del siglo XVII se hicieron menos frecuentes los viajes de artistas que surcaban el continente como el arquitecto Becerra, el pintor Angelino Medoro y el escultor Martín de Oviedo. Adquirieron fuerza en ese momento las escuelas locales, como la cuzqueña de pintura y la quiteña de escultura.

En el monasterio de los franciscanos de Quito, Ecuador, se fundó en 1534 la más importante escuela de escultura y pintura, que ejercía influencia sobre toda la escultura sagrada colonial.


Bernardo Legarda y Manuel Chilli “Caspicara”, por ejemplo, fueron dos de los imagineros quiteños cuya naturaleza mestiza o indígena no se aprecia en sus obras.

Una de las únicas imágenes realmente americanas es la Virgen de Copacabana o Virgen de la Candelaria, de Francisco Tito Yupanqui, descendiente de incas.

Virgen de Copacabana, patrona de Bolivia, Francisco Tito Yupanqui.



El cuerpo de la imagen, tallado en madera de maguey, está laminado en oro fino. Sus ropas reproducen los colores y las vestiduras de una princesa inca. Luce lujosos mantos y una peluca de cabello natural. La imagen, que mide aproximadamente un metro, sostiene en la mano izquierda al Niño como si lo estuviera mostrando. En la derecha porta una canastilla y una vela, lo que le otorga el nombre de Virgen de la Candelaria.




La mayoría de esculturas de Paraguay, del Río de la Plata y de Chile provienen de los talleres de las denominadas reducciones jesuíticas. Estas misiones fueron fundamentales para familiarizar al indígena con la pintura, la escultura y las técnicas de construcción y ornamentación de edificios.

Cabe destacar como importante escultor a Antonio Francisco Lisboa, el Aleijadinho.